Qué dirás proviene de una historia puesto que advino de una experiencia grupal cuyo pretexto fue la invitación a participar de un grupo de psicodrama y que derivó poco a poco en otra práctica quizás a cuenta de la vida contemporánea, de cómo vivimos hoy lo que nos pasa. Qué dirás nació del trabajo de un grupo que pidió otra cosa además del psicodrama, a causa de la modalidad que el malestar toma en el presente.
Este psicodrama fue un punto de partida, al que además hay que aclararlo con otro nombre: psicoanalítico. Nos permitió contar de entrada con la escena, el espacio que trazamos al «jugarla».
Jouer que en la lengua francesa nos remite a la posibilidad de jugar pero también de ponerse en el lugar del otro y poner en juego algo propio. Nosotros diríamos: jugar la apuesta, jugársela, apostar a jugar cada vez la oportunidad que es la sesión grupal, donde cada uno despierta en cada otro la alteridad.
El psicodrama psicoanalítico nos dió una base en la cual apoyarnos para hacer resonar en el espacio de la escena y del grupo ese lenguaje que no es la palabra, esa palabra que no es la de la poesía sino la del poema que nos escribe, la del síntoma que se nos adelanta, es la de ese inconsciente que nos juega sin que podamos hacernos con el juego para aprovechar la oportunidad de confiar en él e ir más lejos de lo que nos adormece, nos molesta, nos inquieta, nos aburre o nos desorienta.
La mejor manera de descubrir algo es hacerlo por uno mismo, a través de la propia participación-acción, de la propia pregunta desplegada. Qué dirás nos invita a encontrarnos en la sopa del grupo que nos despierta a lo que está dormido y que quiere desperezarse, salir de su pereza lógica.
Un psicodramatista propone un juego, al que ha dedicado parte de su vida. Un juego a través del cual pudo jugar su propia vida. Psicodrama, psicoanálisis, análisis, proceso. Si algo enseña la práctica del Qué dirás es que cada ser humano tiene la posibilidad de poner de sí mismo algo en juego que permanece escondido o dormido o incluso perezoso de entrar, de pasar a ofrecer la pregunta que trae el deseo, aquello que en cada uno va más allá de uno mismo.